En cuanto ella me rechazó vi claramente el momento de debilidad que estaba pasando. Se moría por mi sangre, y no iba a ser yo quien se lo hiciera pasar mal, asi que ayudandome del su sed desesperada, ya en la puerta de la enfermería, la volteé para que quedara con la espalda contra la pared, cuidando de tocarla sutilmente con mi mano ensangrentada para aumentar su éxtasis, me pegué a ella para evitar que pudiera escapar y anular su fuerza.
-Que es lo que te pasa, por que me rechazas de esta manera? - Le dije desde arriba, pues le llevaba casi una cabeza.-Que pasa? No soy lo suficientemente rico para una vampira de tu clase?- era perfectamente consciente de el sufrimiento que le estaba provocando, ella apretaba la mandíbula para evitar la tentación, pero ya era demasiado tarde, el sentir mi calor y mi corazón latir tan cerca la llevó a perder la razón, y yo lo sabía.
-Sal de encima mía.- Dijo entre dientes, por lo que pude ver sus colmillos totalmente alargados. Ahora sabía que estaba totalmente a mi merced... solo tenía que provovarla un poco más...
Al intentar evitarme, apolló la cabeza en la pared, dejando su esvelto cuello desprotegido. Suavemente deslicé mis manos par sus brazos, hasta llegar a las palmas de las manos, y rápidamente se las coloqué a los lados de la cabeza, apolladas en la pared. La solté y puse mis manos es sus deliciosas caderas, apretándola aún más hacia mi, haciéndole sentir mi calor.
Me acerqué a su accesible cuello, con una sonrisa de complicida en los labios, y la besé detrás de la oreja, bajando sutilmente hacia la base del cuello, dejándole una mannífica prespectica de mi cuello, a escasos centímetros de su boca.
En cuanto ella me agarró del pelo, supe que iba a morderme, estaba en pleno clímax, y alcé sus caderas para acogerme a ellas. Sujetando firmemente sus piermas.
Ya notaba el aliento gélido que soplaba en mi cuello y la punta de sus colmillos en mi vena...
-Pero que estáis haciendo, jovencitos!!!- no, por dios, en el mejor momento y va la impertinente de la enfermera y lo estropea, creo que ella y yo no nos vamos a llevar muy bien. Por suerte, Lippa parecía controlarse muy bien, aún en el estado en el que estaba, y la bajé al suelo, mientras ella apollaba su cabeza sobre su mano y me apartaba bruscamente. Parecía avergonzada. Yo aun tenía una sonrisa estúpida en los labios. Esto no iba a acabar así. Mientras aún la tenía sujeta por los hombros, para evitar que se tambaleara, se soltó de mi bruscamnete y me dijo:
-Entra en la sala y que la enfermera te cure esa herida- me dijo entre jadeos, aún con los ojos cerrados.
Entré en la enfermería, consciente de que la joven me seguía de cerca. No la dejaría irse tan pronto.
Doris parecía asustada por lo que acababa de ver, por lo que nos deleitó con un grato discurso sobre la educación, lo que debíamos hacer y lo que nó, y entre frase y frase me iba indicando lo que debía hacer.
-..en medio del pasillo, a quien se le ocurre... como te hiciste esto?...pero no sabeis conteneros?...quitate la camiseta...Sois muy jóvenes para ir haciendo esas cosas por ahi...Sin dejarme responder a sus preguntas -de todos modos no sabría que contarle-, sonreí al escuchar que debía sacarme la camiseta, y notar cómo se tensaba Lippa en el asiento.
Obedeciendo sus órdenes, me saqué la camiseta con un gesto y una sonrisa totalmente dedicado a la muchacha, que se ruborizó ligeramente.
Capté la mirada lasciva que dedicó a mi cuerpo...
-Que es lo que te pasa, por que me rechazas de esta manera? - Le dije desde arriba, pues le llevaba casi una cabeza.-Que pasa? No soy lo suficientemente rico para una vampira de tu clase?- era perfectamente consciente de el sufrimiento que le estaba provocando, ella apretaba la mandíbula para evitar la tentación, pero ya era demasiado tarde, el sentir mi calor y mi corazón latir tan cerca la llevó a perder la razón, y yo lo sabía.
-Sal de encima mía.- Dijo entre dientes, por lo que pude ver sus colmillos totalmente alargados. Ahora sabía que estaba totalmente a mi merced... solo tenía que provovarla un poco más...
Al intentar evitarme, apolló la cabeza en la pared, dejando su esvelto cuello desprotegido. Suavemente deslicé mis manos par sus brazos, hasta llegar a las palmas de las manos, y rápidamente se las coloqué a los lados de la cabeza, apolladas en la pared. La solté y puse mis manos es sus deliciosas caderas, apretándola aún más hacia mi, haciéndole sentir mi calor.
Me acerqué a su accesible cuello, con una sonrisa de complicida en los labios, y la besé detrás de la oreja, bajando sutilmente hacia la base del cuello, dejándole una mannífica prespectica de mi cuello, a escasos centímetros de su boca.
En cuanto ella me agarró del pelo, supe que iba a morderme, estaba en pleno clímax, y alcé sus caderas para acogerme a ellas. Sujetando firmemente sus piermas.
Ya notaba el aliento gélido que soplaba en mi cuello y la punta de sus colmillos en mi vena...
-Pero que estáis haciendo, jovencitos!!!- no, por dios, en el mejor momento y va la impertinente de la enfermera y lo estropea, creo que ella y yo no nos vamos a llevar muy bien. Por suerte, Lippa parecía controlarse muy bien, aún en el estado en el que estaba, y la bajé al suelo, mientras ella apollaba su cabeza sobre su mano y me apartaba bruscamente. Parecía avergonzada. Yo aun tenía una sonrisa estúpida en los labios. Esto no iba a acabar así. Mientras aún la tenía sujeta por los hombros, para evitar que se tambaleara, se soltó de mi bruscamnete y me dijo:
-Entra en la sala y que la enfermera te cure esa herida- me dijo entre jadeos, aún con los ojos cerrados.
Entré en la enfermería, consciente de que la joven me seguía de cerca. No la dejaría irse tan pronto.
Doris parecía asustada por lo que acababa de ver, por lo que nos deleitó con un grato discurso sobre la educación, lo que debíamos hacer y lo que nó, y entre frase y frase me iba indicando lo que debía hacer.
-..en medio del pasillo, a quien se le ocurre... como te hiciste esto?...pero no sabeis conteneros?...quitate la camiseta...Sois muy jóvenes para ir haciendo esas cosas por ahi...Sin dejarme responder a sus preguntas -de todos modos no sabría que contarle-, sonreí al escuchar que debía sacarme la camiseta, y notar cómo se tensaba Lippa en el asiento.
Obedeciendo sus órdenes, me saqué la camiseta con un gesto y una sonrisa totalmente dedicado a la muchacha, que se ruborizó ligeramente.
Capté la mirada lasciva que dedicó a mi cuerpo...